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30 marzo 2021 | 21:16

Noticia:

“Las emociones tienen mucho que ver con nuestra inteligencia”

En la primera sesión de la tercera edición del Taller Liderazgo y Presencia Corporal los asistentes analizaron su rol como observadores y las emociones desde la biología del conocer.

Siempre es importante tener disponible nuestros talentos en las diversas dimensiones de la conducta: cuerpo, emoción, intelecto y atención. Con esa idea en mente, Tatiana Camps y Claudia Arratia dieron inicio a la tercera edición del Taller Liderazgo y Presencia Corporal este martes 23 de marzo en una jornada virtual.

La actividad, que se extenderá hasta el 20 de abril, está centrada en potenciar el liderazgo desde la presencia corporal y que los participantes sean capaces de reconocer la relación entre la atención, el cuerpo y las emociones.

En la primera sesión del taller, Claudia Arratia invitó a los asistentes a preguntarse cómo ha cambiado su modo de observar en el último año. Aclaró que el observador interno no siempre ve de la misma manera, en función de que puede conectarse con distintas emociones, experiencias y preocupaciones a lo largo del tiempo.

Dio como ejemplo el caso de un grupo de ciegos que tocan a un elefante. Cada uno de ellos llegará a una conclusión distinta sobre cómo es el animal, según la parte del cuerpo que le toque. Uno de ellos podría creer que es similar a un abanico, si explora su oreja, otro, que es un ratón, si le toca la cola, otro que es como el tronco de una gran palmera si le toca las piernas.

“Este ejemplo nos muestra claramente que nuestra forma de observar tiene mucho que ver con la experiencia que tenemos, desde dónde estamos mirando, las oportunidades o problemas que tenemos”, explicó Claudia Arratia.

“Desde esa mirada, desde el observador depende el mundo en el que vivimos. No sabemos cómo son las cosas, solo sabemos cómo las observamos o cómo las interpretamos. Vivimos en mundos interpretativos”, añadió.

Tatiana Camps agregó que el desafío para el desarrollo del individuo es ampliar y flexibilizar la mirada, salir del paradigma de la verdad única.

Las exponentes abordaron con los participantes la definición del biólogo, filósofo y escritor chileno Humberto Maturana, quien habla de la objetividad entre paréntesis. En ese sentido, se cuestionaron si es posible hablar de la “verdad”, dado que no existe nada que no sea parte del observador. Así, la realidad existe para cada uno de acuerdo a su circunstancia.

En la segunda parte del encuentro, Tatiana Camps explicó a los asistentes que las emociones serán tratadas en el taller desde la biología del conocer: de reconocer las emociones desde su disposición corporal, estado atencional y espacio de posibilidades de acción.

Partiendo de esa idea, presentó un video dividido en dos partes y preguntó a los participantes cuál era la actitud de las mujeres que veían desde su disposición corporal.

Ese fue el puntapié inicial para explicar cómo el cuerpo y las emociones están conectadas. “Las emociones tienen mucho que ver con nuestra inteligencia y con nuestra corporalidad”, detalló.

Siguiendo esa línea, explicó que más que valorar exclusivamente la razón como lo hacía el filósofo René Descartes al proclamar “pienso, luego existo”, en la actualidad Maturana invita a las personas a valorar la relación entre la razón y la emoción. “Somos seres emocionales, con la capacidad de razonar, plantea Maturana”, dijo Tatiana Camps. “Es importante comprender eso, entender cómo podemos modular las emociones, no controlarlas. Tomar la energía que nos trae y cómo va a ser más efectiva a futuro”.

Tatiana Camps detalló que hay cuatro emociones que compartimos con otros seres que no son humanos y que son básicas porque son necesarias para la vida: el miedo, la rabia, la pena y la alegría. Cada una de ellas son mecanismos distintos, que van desde la protección hasta la defensa, para relacionarse y para reorganizar las relaciones.

En el caso de los seres humanos, como tienen la capacidad de razonar, esas emociones van un paso más allá y se convierten en disposiciones a la acción. El miedo invita a diseñar estrategias; la rabia a ejecutar; la pena a reflexionar y la alegría a convocar.

“Cuando comprendemos eso, podemos reconocer los propios espacios de nuestras emociones, de nuestra presencia corporal y sus posibilidades”, concluyó Tatiana Camps, añadiendo que esos contenidos serán explorados a lo largo del taller.